Todos sabemos lo que es una relación tóxica. Puede que pienses que a ti no te ha pasado, que si conoces del tema es por el caso de un vecino, del primo de un amigo, o de quien se te ocurra… pues déjame decirte algo: estoy 100% seguro de que mientes. Para este punto probablemente ya sabes a dónde voy, porque además ya leíste el título. Hablemos de nuestra relación con el azúcar.
Seguramente has pensado alguna vez qué pasaría si decidieras dejar el azúcar. Con tanta información al alcance de la mano, decir que el azúcar es una de las principales causas de enfermedades y deficiencias en nuestro cuerpo es ya una obviedad; pero, ¿sabes realmente qué cambios verías en tu día a día si eligieras tomar ese camino? Imagina, por un momento, la posibilidad de disfrutar más los sabores, de experimentar una energía que no depende de los picos de glucosa, de ver la vida con mayor claridad. En este texto te voy a contar todo lo que te puede suceder si dejas el azúcar durante un año, no como alguien que ha vivido esta experiencia en carne propia, pero sí como un explorador curioso, armado con datos científicos y muchas ganas de entender qué pasa cuando terminamos con la tóxica.
Ahora, antes de responder a esta pregunta, primero tenemos que comprender qué hace el azúcar en nosotros y por qué es tan difícil dejarlo. Vamos a eso.
Una dulce adicción
Cuando hablamos de azúcar, generalmente lo relacionamos con la obesidad y todo lo que se desprende de ahí, desde situaciones complicadas de salud hasta los cambios en nuestra imagen; pero, realmente, donde todo comienza es en el cerebro.
En nuestro cerebro existe algo que llamamos “sistema de recompensas”, que no es más que una forma de reforzar los comportamientos que nos ayudan a sobrevivir, como comer. Para que nosotros sigamos haciendo eso que el cuerpo considera bueno, nuestro cerebro libera dopamina. Ya hemos hablado antes de este neurotransmisor, pero para no dejar cabos sueltos te lo explico rápido: la dopamina es esa sustancia que nos regala sensaciones de placer, motivación, entusiasmo y satisfacción. Cuando hacemos ejercicio, por ejemplo, ese estado en el que nos quedamos al terminar, la sensación de estar bien con nosotros mismos, se debe en parte a la dopamina. Pues acá viene el problema: cuando consumimos azúcar, nuestro cerebro también libera dopamina, creándonos una falsa sensación de bienestar e invitándonos a repetir esta bonita experiencia.
Para que te des una idea más clara, podríamos decir que este efecto es muy similar al de otras sustancias como la nicotina o el alcohol (y no te lo digo yo, lo dice la ciencia). Investigaciones recientes han mostrado que, en algunas personas, especialmente en las que tienen una predisposición a las adicciones, el azúcar puede provocar un ciclo de antojos muy difícil de romper. Puede que te suene muy normal por el estilo de vida que hemos adoptado, pero si lo pensamos en términos de adicciones, estaríamos hablando de “consumir la dosis necesaria”, y ahí la cosa cambia.
Según la neurociencia, como con otras sustancia adictivas, si nuestro consumo de azúcar es elevado y constante, la sensación de placer que provoca en nosotros va disminuyendo, porque nuestro cuerpo no asimila la dopamina igual que antes, haciéndonos sentir que necesitamos más para obtener el mismo efecto. (¿No te suena a campaña antidrogas?). Cabe aclarar que no solamente es la cantidad lo que termina por engancharnos, sino también la rapidez con la que llega al cerebro. Te doy un ejemplo: si tomamos en cuenta que los refrescos liberan el azúcar rápidamente en nuestra sangre, podemos explicar por qué es tan difícil resistirse a un vasito helado de Coca-Cola.
Pero no hice este artículo para darte malas noticias, sino todo lo contrario. Se ha demostrado que reducir o eliminar el azúcar de nuestra dieta puede revertir estos efectos, haciéndonos más resistentes a los antojos y mejorando nuestra sensibilidad a la dopamina, para que volvamos a vivir los placeres como debe de ser, lo que nos lleva a nuestro tema: ¿qué pasa en un año sin azúcar?
Así es la vida sin azúcar
Primeras 24 horas
De acuerdo con las experiencias recopiladas, según tu estilo de vida, las primeras horas pueden llegar a ser un verdadero reto. La ausencia del azúcar se hace notar casi inmediatamente, y pareciera que tu cuerpo y tu mente están conspirando para hacerte ceder ante los antojos. Calma. Esto apenas empieza.
Días 2 y 3
Aquí es cuando se empieza a poner seria la cosa. Si estás acostumbrado a consumir refrescos, o en general alimentos con altas cantidades de azúcar añadido, en este momento empiezan a mostrarse los síntomas de abstinencia: te duele la cabeza, te sientes más irritable de lo habitual, y un cansancio bastante molesto te tira para abajo. Es tu cuerpo adaptándose al cambio. Por si fuera poco, puede que notes un sabor extraño en el paladar, como metálico, y tu aliento puede empezar a oler similar al de una fruta podrida. Pero, oye, no es momento de desanimarse, esto no pasa de unos días.
Primera semana
Ya estás llegando al otro lado. Los antojos, que durante 5 o 6 días te parecían inevitables, ahora son más llevaderos. Tus papilas gustativas empiezan a volverse más sensibles y puedes sentir con mayor intensidad sabores que antes pasaban desapercibidos. Y eso no es nada, porque a nivel anímico también comienzan los cambios positivos: tu energía ya no sube y baja como montaña rusa a lo largo del día, ahora sientes una mayor estabilidad que te ayuda a ser más productivo e incluso a descansar mejor. La motivación ha empezado a crecer.
Primer mes
Ahora sí la estás gozando. Llegar hasta aquí no ha sido nada sencillo, pero en este momento los beneficios que sientes también comienzan a verse reflejados en tu cuerpo, que está menos inflamado. Comienzas a ir al baño con mayor facilidad, te sientes más ligero, con menos problemas estomacales, y a nivel mental consigues una claridad distinta. En este punto es cuando el cuerpo empieza a agradecerte y te lo muestra también frente al espejo.
Tres meses
Si todavía tenías dudas, los cambios en tu piel te las quitan. Alrededor de las 10 semanas empiezas a percibir que tu piel tiene más vida, se ve más brillante. Si antes tenías acné, ahora prácticamente ha desaparecido. Incluso las marcas anteriores que tenías en el rostro comienzan a reducirse considerablemente. Y lo más importante, ya no sientes una dependencia constante hacia el azúcar.
Seis meses
De aquí en adelante, los beneficios se van multiplicando. La calidad de sueño, tu energía durante el día, incluso la estabilidad emocional. A nivel físico, los cambios son evidentes, no solamente en cuestiones estéticas sino también de salud. Este estado de bienestar está impactando otras áreas de tu vida: es probable que te animes a hacer actividades que antes te costaban, como algún deporte o pasatiempo; también puedes notar un mejor desempeño en tu vida social y laboral. En pocas palabras, el mundo te sabe diferente.
Un año
Cumplir un año sin azúcar añadida es celebrar una nueva vida. La pérdida de peso, si es que era necesaria, es solamente la primera impresión. Detrás de esa imagen, hay 3 cosas que resumen perfectamente tu nuevo estado: energía constante, claridad mental, y una relación sana con la comida, todo impulsado por un carácter enorme, que forjaste al calor de la motivación y los pequeños sacrificios.
En 365 días sin azúcar has aprendido a apreciar mejor los sabores naturales. Ahora la comida se ha convertido en una fuente de nutrición real, no solo es un disfraz para el azúcar, y hasta tu vida social se ha vuelto más variada, nutrida por encuentros que dependen menos de la comida y más de la experiencia de compartir.
Pero la información no termina aquí. Ahora que conocemos los efectos del azúcar y los beneficios de dejarla atrás, surge otra pregunta obligada: ¿existe alguna alternativa más saludable? Me gustaría decirte que sí, pero la realidad es que no hay nada que lo garantice.
En los últimos años, supermercados, cafeterías y restaurantes se han inundado de endulzantes y sustitutos del azúcar que seguramente ya conoces, desde los edulcorantes artificiales, como el aspartame o la sacarina, hasta opciones consideradas más naturales, como la stevia. Estos compuestos nos prometen el mismo dulzor del azúcar, pero sin sus efectos secundarios. Pero, ¿cumplen realmente su promesa? Los debates están abiertos.
Los edulcorantes artificiales, por ejemplo, han sido tema controversial entre los científicos porque, aunque ofrecen cero calorías, hay estudios en los que se sugiere que su consumo tiene una relación directa con el incremento de tu apetito. ¿Te imaginas? Sería el colmo que por evitar problemas con el azúcar termines consumiendo más calorías.
Para mí, la clave de evitar problemas con el azúcar está en conocerse uno mismo. Hay personas que tienen la fuerza de voluntad para ser moderados con su consumo de azúcar, y que pueden dejarlo para ocasiones especiales, pero también hay otras que son todo o nada, para las que no existe punto medio. Yo prefiero evitar todo lo que sé que tiene azúcar en exceso, pero si tiene poquito no le hago el feo problema. Lo que sí no vas a encontrar en mi casa es comida chatarra. Al final, no se trata de ponerse loco y revisar cada alimento con una lupa, sino de intentar tener una dieta saludable y balanceada.